lunes, 12 de abril de 2010

ghostgirl 2 capitulos 7,8,9

CAPITULO: 7 IMITACION DE LA VIDA



Es propio del amor y la muerte Distorsionar las cosas.
Cuando te enamoras, ves el mundo a través de unas gafas de color de rosa.

Cuando mueres, es a ti a quien miran a través de ellas. En el amor y en la muerte, los defectos se pasan por alto o se perdonan.
Te transformas, convertido en un personaje de la película biográfica en la que los demás han decidido plasmar tu vida.


Petula despertó lentamente. Creyó haber oído una voz masculina que la llamaba, pero al abrir los ojos estaba completamente sola. Su cabeza descansaba sobre una almohada y se llevó la mano a la cara, para comprobar si la grava había dejado su impronta en la mejilla. Era lo último que recordaba antes de haberse quedado dormida. Esperaba, si Dios quiere, no tener que lidiar con un montón de feas marcas justo antes del Baile de Bienvenida, sobre todo después del dineral invertido en tratamientos semanales de dermabrasión y rellenados de colágeno. Medio atontada todavía, guiño los ojos varias veces para sacarse el sueño, bajó la mirada y pasó a evaluar como hacía a diario, sólo para comprobar que continuaba con el mismo cuerpazo que el día anterior.




Tras dedicar ese pequeño improperio a la técnica de uñas, Petula se despertó del todo, o lo suficiente, al menos, para caer en cuenta de que no estaba en su cama. Ni en casa, ya puestos. Se incorporó, miró a su alrededor y descolgó las piernas por el lateral de la cama, que ahora pudo reconocer como una cama de hospital gracias a su voluntariadoobligatorio en un geriátrico.
-¿Qué hice o con quién me lo hice anoche? -se preguntó, más con curiosidad que con temor.
No pudo recordar mucho de la cita con Josh, pero lo poco que sí recordaba no merecía el gasto de neuronas que le había costado traerlo a la memoria. Se acordó, de pronto, de que se había mareado y vomitado. Sobrecogida ante tan inapropiado comportamiento en público, se auto convenció de que él debía de haberle puesto alguna clase de droga para violaciones.




La sacó de su sesión fotográfica y coronación imaginarias y la devolvió a una realidad decididamente menos glamurosa. Ahora notó también que el ambiente era cada vez más frío y empezó a removerse en su asiento con impaciencia.



CAPITULO:8 DE NUEVO EN TU CABEZA



Contra toda esperanza.
Casi toda esperanza es falsa si se para uno a pensar en ello. Significa tener fe en que las cosas saldrán bien cuando todo apunta a lo contrario. Pero ¿qué sería de nosotros sin ella? Es la Brújula de la mente y la boya del corazón, aquello a lo que nos aferramos y nos mantiene a flote mientras aguardamos socorro. Sin esperanza, la vida es un sálvese quien pueda, y Charlotte esperaba encontrar la manera de conseguirlo.

Maddy y los demás estaban pegados a sus teléfonos, de modo que Charlotte decidió irse por su cuenta. Al cruzar el patio que separaba el complejo de oficinas de la residencia del campus, observó las vallas que rodeaban los barracones. No había reparado antes en ellas porque por el camino siempre estaba ocupada charlando con Maddy. Le pareció que estaban allí más para delimitar la zona que para impedir la entrada o salida del lugar, lo que por otra parte tenía sentido. Es posible que la gente se muriese por entrar, bromeó consigo misma, pero nadie tenía demasiado interés en averiguar qué había al otro lado.



De niña, recordó, paseaba por el cementerio observando las fechas de nacimiento y defunción de todas las lápidas, pensando en la gente que estaba allí enterrada. Hacía la resta y calculaba los años que había vivido cada persona, lo que habían visto y lo que se habían perdido. La electricidad, los vuelos al espacio, los derechos civiles, la televisión por cable, Internet, Starbucks. Algunos maridos habían muerto años antes que sus esposas, y vástagos antes que sus padres. Pero cuando llevas muerto, pongamos, cien años, ¿qué puede importar que tu mujer muriese dos antes que tú? Para el paseante, ambos lleváis muertos mucho, mucho tiempo; indistinguible en la muerte. Charlotte decidió, no obstante, que sí importaba.



Charlotte se pasó un día más sin apartar la vista del teléfono de su mesa, tratando a la vez de abstraerse del parloteo de los demás becarios. Ni siquiera podía escabullirse con la maldita videocámara constantemente fija en ella y el señor Markov paseándose por allí sin cesar como una especie de carcelero sobrenatural. Las llamadas de Kim eran las más fastidiosas y las más difíciles de ignorar.



Fuesen cuales fueran los motivos de Scarlet, Damen la necesitaba de vuelta. Y para que Scarlet regresara, era necesario que Petula lo hiciese también. Por muy desincronizados que hubiesen estado últimamente, lo cierto era que Scarlet y Damen se hallaban ahora en la misma sintonía. Ambos querían que Petula regresara.



CAPITULO:9 EL PAJARO EN EL ALAMBRE


Scarlet no tenía ni idea de dónde podría encontrar a Charlotte, pero se sintió atraída, casi como una paloma mensajera, de regreso a Hawthorne High. De regreso a Muertología. ¿La razón? Una incógnita. Todos se habían ido, que ella supiera. Graduado. ¿A cuento de qué presentarse en un aula vacía? Pero algo tiraba de ella y siguió su instinto de vuelta al instituto.
Mientras se internaba flotando en el edificio pensó en Petula por un segundo, en lo extraño que se le había hecho regresar a un lugar conocido y no encontrar ni una sola cara conocida. Y otro tanto de Charlotte.¿No era espeluznante llegar a un sitio nuevo, ser el nuevo del lugar?

Scarlet intuyó el malentendido, pero antes de que pudiera decir esta boca es mía, la señorita Pierce le entregó un libro de texto, la cogió del brazo y la acompañó medio camino en dirección a su asiento. Conforme avanzaba entre las mesas, Scarlet iba mirando a izquierda y derecha y descubrió que no reconocía a nadie. No era buena señal. Sin embargo, en lugar de protestar, decidió ser paciente y aguardar a que la clase hubiera concluido para hablarle a la señorita Pierce de su dilema. Pensó que no había por qué hacer pensar a los chicos y chicas muertos de verdad que se creía mejor que ellos o algo por el estilo.

Al fin de pasar el tiempo, se entretuvo echando un vistazo a los nombres que, inscritos en etiquetas identificativos prendidas al dedo gordo del pie de sus compañeros, alcanzaba a leer bajo el tenue resplandor del proyector. Estaban Polly, Tilly, Bianca y Andy, por nombrar unos pocos. Justo cuando Scarlet empezaba a especular sobre el cómo de la muerte de cada uno de ella, Gary le ahorró el trabajo susurrándole inesperadamente al oído:
-Ése es A.D.D² Andy, un skater que intentó deslizarse sobre el borde de la cuba de una hormiguera con el eje trasero del monopatín- informó Gary-. Lamentablemente, la hormiguera se puso en marcha y Gary pasó a formar parte de la acera.
-Tonto del culo- dijo Scarlet en un tono endiablado.

Scarlet entró en Hawthone Manor igual que cualquier otro día de trabajo, pero en esta ocasión tenía acceso especial a la residencia propiamente dicha. Era majestuosa y hermosa, tal y como la recordaba de la primera vez. Atravesó las enormes puertas de madera y cruzó el vestíbulo de mármol, orgullosa de haber colaborado en su día a preservar un lugar tan excepcional. Allí no había nadie, que ella supiera. Caminó hacia la fabulosa escalera y ascendió a las habitaciones, echando miradas furtivas por encima del hombro durante todo el camino, en anticipación de los furiosos y resentidos fantasmas que tal vez moraban ahora aquí. Mientras recorría el pasillo reparó en que todas las puertas luían placas rotuladas, luego llegó al antiguo dormitorio de Charlotte, que, por fortuna, parecía desocupado.

Hojeó cada libro hasta el final, cotejándolos página por página, pero la única diferencia entre ambos era lo de la posesión, aparentemente. Hasta que llegó a la última página. Parecía más un formulario o una solicitud que un texto en sí. Fácil de pasar por alto, a no ser que uno lo estuviera buscando a propósito.

La cabecera de la página decía así: DECISIÓN ANTICIPADA.

sábado, 27 de marzo de 2010

GHOST GIRL: EL REGRESO


GENERO LITERARIO: es para todo tipo de personas y en especial adolescentes
CONTEXTO LITERARIO: se refería a una época moderna
CONTEXTO GEOGRAFICO: España
PERSONAJES PRINCIPALES: Charlotee User
PERSONAJES SECUNDARIOS: Scarlet, Damen, Petula

Morrirse de aburrimiento no era una opción. Charlotte Usher ya estaba muerta.
También sus finos dedos sobre la mesa, impasible, y se desplazo en su silla de oficina detrás ruedas a un lado del cubículo y luego al otro, estirando el cuello por si así obtenía una mejor perspectiva en el pasillo.Con todo trato de mantener el rostro impasible al mas puro estilo de un adolescente de la realeza británica que asiste a un besa manos creyéndose explotado. Si algo había aprendido era que su conducta importaba, sobre todo si la estaban observando. Bajo la mirada, guiñando los ojos contra el blanco cegador de las paredes y las luces de neon del techo de la oficina y acepto su soledad con la gracia y dignidad propias de una becaria.

Todos los teléfonos, y los cubicuelos, eran idénticos, de color rojo sangre, con una única luz parpadeante en el centro.No es que la llamada la hubiera pillado en el pasillo y no hubiese llegado a tiempo o algo por el estilo.Charlotte escuchaba escéptica, sabía sobradamente por haberlo experimentado en sus propias carnes que la simpatía, la empatía hacia los demás, era un don que o se tenia o no, y la mayoría de la gente no lo tenía.En la habitación, todos estaban ya emparejados con pacientes, mentores e incluso mascotas tiempo ha fallecidos, aquellos conmovedores encuentros emocionaron a Charlotte, que ahora miró a su alrededor, intrigada por ver quién le habría tocado a ella, pensó que sus padre por primera vez en mucho tiempo.Charlotte solo pudo concluir una cosa; fuera lo que fuese aquello. Era todo menos una escalera al cielo.Un día mas y la misma rutina, Charlotte se paso la tarde mirando por la ventana y se fue a la cama después de otro día tan aburrido.Scarlet no era tonta, conocía los peligros que entrañaba el no estar juntos, el no fabricar nuevos recuerdos, era la sentencia de muerte de toda relación, y al final de la conversación de la noche anterior debía tomarse como un indicador, cualquiera hubiese dicho que el paciente estaba, cuando menos, enfermo.Ese día la pedicura era un asunto de extrema urgencia, se estaba engalanando para su gran cita con Josh Valence, un chico de último curso de Gorey High, el mayor rival de Hawthorne High.Petula esperó unos segundos más y luego descendió el paseo de entrada hasta la acera y se metió en coche de Josh.
Scarlet recostó a Petula sobre sus rodillas y empezó a mecer su cabeza, rebuscó en el bolsillo de su abrigo vinta ge negro con cuello de astracán y marcó el 911.

Se pueden tener muy buenas intenciones dijo Harkov, pero dar un mal consejo o prestar ayuda de forma inapropiada en el momento equivocado puede resultar muchopeor que no hacer nada.Cuando murieron, ella sólo tenía dos años, así que probablemente no los reconocería ni aun teniéndolos delante. Recuperando una vieja costumbre, Charlotte empezó a examinar la nariz de todo el mundo, por si alguna se parecía a la suya. Se acordaba de que cuando las madres de sus compañeros acudían al colegio a recogerlos, la profesora siempre decía tiene tu nariz, de modo que era eso lo que Charlotte siempre había buscado. Se había pasado la vida entera deseando encontrar a alguien que tuviera su nariz. Pero ahora, mientras miraba a su alrededor, entre la multitud, no dio con ningunaque casara con la suya. A ver, por favor, un poco de atención interrumpió Harkova la vez que sacaba lo que a todas luces parecía una perspectiva de una urbanización.

.Era un sencillo complejo circular e incluía una manzana en forma de media luna compuesta por lo que parecían casitas adosadas a lo largo del perímetro, cada una de los cuales lucía una etiqueta con el nombre del becario a quien había sido asignada. Charlotte estaba demasiado distraída para ponerse a buscar su nombre entre el grupo de domicilios, pero ni falta hacía que se hubiese molestado, porque, como enseguidapudo comprobar, éste no estaba allí. A cierta distancia de los adosados se erguía el edificio en el que se encontraban ahora y, frente a él, uno más grande deapartamentos. Charlotte trató de calcular cuál sería la distancia real entre ambos a partir de la escala del plano, su mente ocupada con ecuaciones del tipo «un centímetro es igual a tantos metros» mientras los demás se centraban en sonreír. Las viejas costumbres, y los mecanismos de defensa, nunca mueren. Todos estamos solos en la muerte… y unos pocos lo seguimos estando después suspiró compadeciéndose de sí misma.

Cuando la muchedumbre se hubo ido y la puerta se cerró tras la última pareja, Charlotte levantó la vista y vio a alguien en quien no había reparado antes: una chica que la miraba sentada desde el otro extremo de la habitación.La chica estaba acicalada de los pies a la cabeza. Su oscura melena rizada, que llevaba recogida en el cogote, sin un solo mechón fuera de lugar, acentuaba sus rasgos afilados y sus gruesos labios. El largo vestido, estampado con motivos geométricos, estaba estudiadamente gastado y descolorido para hacer ver que no le importaba su aspecto, pero a Charlotte no le daban gato por liebre. Bien mirado, el atuendo no tenía nada de casual, y la chica menos. Todo en ella destilaba autosuficiencia, todo salvo la simpática sonrisa que le dedicó al cruzarse sus miradas.Hola dijo la chica con entusiasmo, antes de que Charlottepudiera preguntarle qué hacía allí. Soy Matilda, pero puedes llamarme Maddy.Encantada de conocerte
Maddy dijo Charlotte agradecida, a la par que un tanto desconcertada por la calidez deMaddy. Después de todo, no se conocían de nada.Se ve que somos compis pió Maddy alegremente. OH, eh, no sé… Antes tendré que hablar con PAM y PruePensaba que la voz de Maddy se apagó. Como sólo quedamos nosotrasCharlotte conocía aquella expresión. Cómo era eso de tender la mano y ser, bueno, rechazada.

Las puertas del ascensor se abrieron ante un vestíbulo circular alfombrado con una mohosa moqueta gris de esas que sirven tanto para interiores como para el exterior. Charlotte se imaginó el olor a moho y, aun estando muerta, la sola idea la hizo estremecerse. Cuando dieron con su habitación, Maddy abrió la puerta muy despacio y accionó el interruptor de la luz. ¿Qué es esto? graznó Charlotte, examinando la estanciafría y húmeda.Era una habitación desnuda, de aspecto industrial, acabada con suelos de cemento y grandes ventanales, desprovista de mobiliario salvo por una mesa, dos sillas de tijera y dos camas, si es que a aquello se le podían llamar camas. En realidad eran literas, unas literas de acero inoxidable empotradas a la pared. El mullido edredón, las vidrieras y los postes tallados de la cama de Hawthorne no eran más que un bonitorecuerdo.
Ni que alguien fuera a querer llevárselas dijo Charlotte, sacudiendo la inmóvil estructura de las literas con todas sus fuerzas. Al contacto, la situación adquirió un tinte mucho más real, y mucho más desagradable. No sé dijo Maddy con un atisbo de optimismo en la voz. Tampoco está tan mal. Tiene un aire muy… fresco. Tú lo has dicho, sí. Fresco como el Polo Norte. Oye, al menos nos tenemos la una a la otra, ¿no? Dijo Maddy, tratando de arrancarle una sonrisa. Charlotte sólo pudo concluir una cosa: fuera lo que fuese aquello, era todo menos una escalera al
cielo.

COMENTARIO: pss lo que puedo decir es que estos capítulos son interesantes y muy divertidos.lo relaciono con mi vida cotidiana por que charlotte y yo somos casi iguales y pssla entiendo como se siente. FIN