sábado, 27 de marzo de 2010

GHOST GIRL: EL REGRESO


GENERO LITERARIO: es para todo tipo de personas y en especial adolescentes
CONTEXTO LITERARIO: se refería a una época moderna
CONTEXTO GEOGRAFICO: España
PERSONAJES PRINCIPALES: Charlotee User
PERSONAJES SECUNDARIOS: Scarlet, Damen, Petula

Morrirse de aburrimiento no era una opción. Charlotte Usher ya estaba muerta.
También sus finos dedos sobre la mesa, impasible, y se desplazo en su silla de oficina detrás ruedas a un lado del cubículo y luego al otro, estirando el cuello por si así obtenía una mejor perspectiva en el pasillo.Con todo trato de mantener el rostro impasible al mas puro estilo de un adolescente de la realeza británica que asiste a un besa manos creyéndose explotado. Si algo había aprendido era que su conducta importaba, sobre todo si la estaban observando. Bajo la mirada, guiñando los ojos contra el blanco cegador de las paredes y las luces de neon del techo de la oficina y acepto su soledad con la gracia y dignidad propias de una becaria.

Todos los teléfonos, y los cubicuelos, eran idénticos, de color rojo sangre, con una única luz parpadeante en el centro.No es que la llamada la hubiera pillado en el pasillo y no hubiese llegado a tiempo o algo por el estilo.Charlotte escuchaba escéptica, sabía sobradamente por haberlo experimentado en sus propias carnes que la simpatía, la empatía hacia los demás, era un don que o se tenia o no, y la mayoría de la gente no lo tenía.En la habitación, todos estaban ya emparejados con pacientes, mentores e incluso mascotas tiempo ha fallecidos, aquellos conmovedores encuentros emocionaron a Charlotte, que ahora miró a su alrededor, intrigada por ver quién le habría tocado a ella, pensó que sus padre por primera vez en mucho tiempo.Charlotte solo pudo concluir una cosa; fuera lo que fuese aquello. Era todo menos una escalera al cielo.Un día mas y la misma rutina, Charlotte se paso la tarde mirando por la ventana y se fue a la cama después de otro día tan aburrido.Scarlet no era tonta, conocía los peligros que entrañaba el no estar juntos, el no fabricar nuevos recuerdos, era la sentencia de muerte de toda relación, y al final de la conversación de la noche anterior debía tomarse como un indicador, cualquiera hubiese dicho que el paciente estaba, cuando menos, enfermo.Ese día la pedicura era un asunto de extrema urgencia, se estaba engalanando para su gran cita con Josh Valence, un chico de último curso de Gorey High, el mayor rival de Hawthorne High.Petula esperó unos segundos más y luego descendió el paseo de entrada hasta la acera y se metió en coche de Josh.
Scarlet recostó a Petula sobre sus rodillas y empezó a mecer su cabeza, rebuscó en el bolsillo de su abrigo vinta ge negro con cuello de astracán y marcó el 911.

Se pueden tener muy buenas intenciones dijo Harkov, pero dar un mal consejo o prestar ayuda de forma inapropiada en el momento equivocado puede resultar muchopeor que no hacer nada.Cuando murieron, ella sólo tenía dos años, así que probablemente no los reconocería ni aun teniéndolos delante. Recuperando una vieja costumbre, Charlotte empezó a examinar la nariz de todo el mundo, por si alguna se parecía a la suya. Se acordaba de que cuando las madres de sus compañeros acudían al colegio a recogerlos, la profesora siempre decía tiene tu nariz, de modo que era eso lo que Charlotte siempre había buscado. Se había pasado la vida entera deseando encontrar a alguien que tuviera su nariz. Pero ahora, mientras miraba a su alrededor, entre la multitud, no dio con ningunaque casara con la suya. A ver, por favor, un poco de atención interrumpió Harkova la vez que sacaba lo que a todas luces parecía una perspectiva de una urbanización.

.Era un sencillo complejo circular e incluía una manzana en forma de media luna compuesta por lo que parecían casitas adosadas a lo largo del perímetro, cada una de los cuales lucía una etiqueta con el nombre del becario a quien había sido asignada. Charlotte estaba demasiado distraída para ponerse a buscar su nombre entre el grupo de domicilios, pero ni falta hacía que se hubiese molestado, porque, como enseguidapudo comprobar, éste no estaba allí. A cierta distancia de los adosados se erguía el edificio en el que se encontraban ahora y, frente a él, uno más grande deapartamentos. Charlotte trató de calcular cuál sería la distancia real entre ambos a partir de la escala del plano, su mente ocupada con ecuaciones del tipo «un centímetro es igual a tantos metros» mientras los demás se centraban en sonreír. Las viejas costumbres, y los mecanismos de defensa, nunca mueren. Todos estamos solos en la muerte… y unos pocos lo seguimos estando después suspiró compadeciéndose de sí misma.

Cuando la muchedumbre se hubo ido y la puerta se cerró tras la última pareja, Charlotte levantó la vista y vio a alguien en quien no había reparado antes: una chica que la miraba sentada desde el otro extremo de la habitación.La chica estaba acicalada de los pies a la cabeza. Su oscura melena rizada, que llevaba recogida en el cogote, sin un solo mechón fuera de lugar, acentuaba sus rasgos afilados y sus gruesos labios. El largo vestido, estampado con motivos geométricos, estaba estudiadamente gastado y descolorido para hacer ver que no le importaba su aspecto, pero a Charlotte no le daban gato por liebre. Bien mirado, el atuendo no tenía nada de casual, y la chica menos. Todo en ella destilaba autosuficiencia, todo salvo la simpática sonrisa que le dedicó al cruzarse sus miradas.Hola dijo la chica con entusiasmo, antes de que Charlottepudiera preguntarle qué hacía allí. Soy Matilda, pero puedes llamarme Maddy.Encantada de conocerte
Maddy dijo Charlotte agradecida, a la par que un tanto desconcertada por la calidez deMaddy. Después de todo, no se conocían de nada.Se ve que somos compis pió Maddy alegremente. OH, eh, no sé… Antes tendré que hablar con PAM y PruePensaba que la voz de Maddy se apagó. Como sólo quedamos nosotrasCharlotte conocía aquella expresión. Cómo era eso de tender la mano y ser, bueno, rechazada.

Las puertas del ascensor se abrieron ante un vestíbulo circular alfombrado con una mohosa moqueta gris de esas que sirven tanto para interiores como para el exterior. Charlotte se imaginó el olor a moho y, aun estando muerta, la sola idea la hizo estremecerse. Cuando dieron con su habitación, Maddy abrió la puerta muy despacio y accionó el interruptor de la luz. ¿Qué es esto? graznó Charlotte, examinando la estanciafría y húmeda.Era una habitación desnuda, de aspecto industrial, acabada con suelos de cemento y grandes ventanales, desprovista de mobiliario salvo por una mesa, dos sillas de tijera y dos camas, si es que a aquello se le podían llamar camas. En realidad eran literas, unas literas de acero inoxidable empotradas a la pared. El mullido edredón, las vidrieras y los postes tallados de la cama de Hawthorne no eran más que un bonitorecuerdo.
Ni que alguien fuera a querer llevárselas dijo Charlotte, sacudiendo la inmóvil estructura de las literas con todas sus fuerzas. Al contacto, la situación adquirió un tinte mucho más real, y mucho más desagradable. No sé dijo Maddy con un atisbo de optimismo en la voz. Tampoco está tan mal. Tiene un aire muy… fresco. Tú lo has dicho, sí. Fresco como el Polo Norte. Oye, al menos nos tenemos la una a la otra, ¿no? Dijo Maddy, tratando de arrancarle una sonrisa. Charlotte sólo pudo concluir una cosa: fuera lo que fuese aquello, era todo menos una escalera al
cielo.

COMENTARIO: pss lo que puedo decir es que estos capítulos son interesantes y muy divertidos.lo relaciono con mi vida cotidiana por que charlotte y yo somos casi iguales y pssla entiendo como se siente. FIN

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